estudio arquitectura almendralejo

La eficiencia energética y cómo afecta a la calidad de vida.

El uso responsable de la energía es una premisa necesaria en nuestro día a día para garantizar un planeta saludable para nuestras futuras generaciones.

La energía supone el punto de partida para la vida, ha estado ahí desde el principio de todo, sin embargo, hace relativamente poco tiempo desde que hemos llegado a controlarla y a convertirla en un bien necesario para mantener nuestro confort.

El Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas, afirma que la calidad de vida depende de la esperanza promedio de años que se estima que vivirá una persona en ese país. Existen múltiples factores que condicionan la calidad de vida de una persona:  condiciones climatológicas, su vida laboral, su alimentación, la seguridad del país, sus hábitos saludables, etc… Pero sin duda, en todos estos factores, la energía tiene un papel importante.  Y como todo lo importante, hay que cuidarlo.

Un menor consumo energético no tiene por qué ir ligado necesariamente a una pérdida de confort. Para evitar llegar a este punto cada día se desarrollan soluciones más sostenibles. En este artículo te mostraremos como la arquitectura está resolviendo el reto de conjugar estos dos conceptos tan dispares, eficiencia energética y calidad de vida.

¿Cómo puede la arquitectura dar respuesta a este problema?

La conservación de la energía a través de la eficiencia energética de edificios y viviendas ha adquirido gran importancia en cuanto a la preocupación de este sector por conseguir soluciones sostenibles.

Podemos englobar estas soluciones en cuatro grandes bloques cuyo fin último es común a los cuatro: disminuir las emisiones de CO2 mediante la conservación de la energía. Podemos definir estos grandes bloques según las siguientes características:

  • El diseño de edificios y viviendas pasivas y su orientación para aprovechar la energía solar.
  • El uso de materiales sostenibles o fabricados en un proceso que busca la optimización de la energía.
  • La búsqueda de la alta eficiencia energética en aparatos electrónicos y sobre todo, en los electrodomésticos.
  • El uso de tecnologías integradas de energía renovable, como sería el caso de las placas solares.

La mejor solución para garantizar una arquitectura sostenible es buscar en la medida de lo posible soluciones para conservar la energía tanto como sea posible en el edificio. Si el edificio posee buenos materiales aislantes, esto será más fácil que si no los tiene.

De igual manera, el diseño de edificios de solares pasivos, puede ayudar a los esfuerzos de conservación de la energía, ya que el diseño del edificio se encuentra directamente relacionado con esta cuestión que nos abarca.  Quizás sea la orientación de la vivienda, uno de los factores que más afectan directamente al consumo de nuestros hogares. Usar de forma natural la energía del sol para calentar, enfriar e iluminar sin cargo adicional, es una gran ventaja que la arquitectura debe buscar. Aunque no por esto hay que pensar, que un edificio ya existente no tiene posibilidades de mejorar su uso de energía natural. Aunque en menor medida que un edificio construido desde cero, la arquitectura también ofrece soluciones compatibles con diversos estilos arquitectónico que permitirán renovar antiguos diseños y adaptarlos a estas nuevas necesidades.

Otro de los grandes retos para el sector de la construcción, es conseguir edificios con un bajo impacto ambiental en el propio proceso de construcción, pues este requiere de gran cantidad de energía. Es importante apostar por materiales de baja energía, pues hay que considerar que la energía incorporada en el edificio resultará de la suma de todos los procesos asociados a su producción, desde la adquisición de los recursos naturales que lo componen, pasando por la distribución de materiales e incluso el consumo que se tendrá desde un punto de vista administrativo.

La energía que se consume en la construcción de un edificio puede clasificarse en dos grandes tipos: 

a. La energía para el mantenimiento o servicio de un edificio durante toda su vida útil.

b. El capital energético utilizado durante el proceso de producción del propio edificio, incluyendo, como hemos comentado anteriormente, todos los procesos necesarios para su existencia.

En la mayoría de los casos, la energía que se deriva de los materiales de construcción alcanza entre un 15% y un 20% de la energía total utilizada por un edificio durante un período de 50 años. Los propietarios tienen en sus manos, una decisión importante en cuánto a la elección de materiales se refiere. Elegir materiales de baja energía supone la seguridad de que la cantidad de combustible fósil utilizado durante su producción es mucho menor.

Por suerte, en los últimos años, se han desarrollado nuevos materiales y nuevas fórmulas de producción capaces de garantizar un menor consumo de energía.

Empezamos a ver también, innovaciones tecnológicas para la gestión de potencia, que permiten una adopción generalizada de los sistemas de iluminación adaptativos. Estos sistemas pueden atenuar las luces automáticamente a medida que fluctúan los niveles ambientales con el fin de lograr un nivel constante de iluminación o apagar las luces si no son necesarias. En todas sus formas, la iluminación eficiente desde un punto de vista energético tiene el potencial de recortar el consumo de electricidad en un 10% a nivel global.

También cobra importancia la implementación de colectores de energía solar para el calentamiento del agua y de paneles solares al servicio del medioambiente, o la iluminación progresiva que hemos mencionado antes.

Conclusiones

En España, el 80% de los edificios es ineficiente en términos energéticos (certificación energética E, F o G). Asimismo, más de la mitad del parque edificatorio tiene más de 40 años y es anterior a la introducción de cualquier normativa en materia de aislamiento energético.

Aunque recientemente la voluntad política se está centrando en conseguir esta meta necesaria para todos a largo plazo, todavía queda mucho trabajo por hacer.

El proyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Ecológica que el Gobierno ha remitido al Congreso de los Diputados es ambicioso en sus objetivos y eleva hasta un mínimo del 35% el ahorro en el consumo de energías primarias que se tiene que producir por la aplicación de medidas de mejora de la eficiencia en los próximos años (con respecto a la línea de base conforme a normativa comunitaria).

Esto, casi con total seguridad, supondrá a corto plazo cambios normativos en cuanto a materiales y procesos de construcción. Y sería interesante para todo el que trabaje en este sector, adelantarse a los acontecimientos y aprovechar el potencial que supone ser innovador en cuanto a eficiencia energética, pues cada vez más, es un tema que preocupa al consumidor.  Pero los gobiernos no solo están para cambiarnos las reglas de juegos, también es importante barajar las ayudas y subvenciones que se están destinando a las empresas del sector para facilitar la adaptabilidad de las mismas a estos procesos más eficientes.

Por último, y no menos importante, recuerda que en cuanto a ahorro se refiere, todos somos importante y podemos hacer mucho con nuestros pequeños gestos para conseguir la sostenibilidad. Recuerda que las montañas están formadas por millones de granos de arena. Esta simple metáfora refleja bien la importancia de las acciones individuales para alcanzar un objetivo necesario para todos. Ya no podemos volver atrás en cuanto a energía se refiere. Nuestra evolución ha sentado sus bases sobre la energía como ingrediente principal. Por eso la conclusión es clara, ya que no podemos vivir sin la energía, esforcémonos en cuidarla y no malgastarla.

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